No puedo dejar de referir una anécdota que muestra bien a
las claras la división y la insolidaridad de la sociedad de la Ciudad de los
Premios. Sucedió en una de las emisoras de radio locales:
Estando en directo en el estudio el señor Lores, llama un
individuo de la Avd. de Lugo. Éste
comienza a exponerle al alcalde que había en esa zona una docena de
comerciantes “montando follón”, mientras que
ellos simplemente se preocupaban
por los accesos y la viabilidad de sus negocios. Pero a él estos le molestaban
porque quería que su zona se “humanizase” como el resto de la villa; que total
los comerciantes se podían marchar a otro lugar, que tenía derecho a ello
porque llevaba toda la vida allí.
Es difícil imaginar un trato más ruin hacia sus
convecinos comerciantes. ¡Comerciantes!
Sí, ¡comerciantes! ¡Habrase visto tal lacra para lo sociedad! No maleantes, traficantes y demás gente de
mal vivir. ¡Comerciantes, cual hijos de Caín!
Pues sí caballero. Gente que intenta sobrevivir y te da
servicio además de pagar sus impuestos. Impuestos que van a las arcas
públicas para intentar paliar miles de calamidades y a ti sólo te interesa tu
propia comodidad, la de los señoritos insolidarios. Es como escupirles a la
cara.
La Ciudad de los Premios, otrora Pontevedra, está enferma.
Con actitudes así es imposible levantar cabeza. El consuelo es que esta
situación de privilegiados no va a ser eterna. Y llegada la hora soltaré una
gran carcajada al veros caer en la misma miseria a la que nos habéis condenado. Y seré
el hombre más feliz de Pontevedra; que volverá a llamarse Pontevedra al igual
que Leningrado volvió a llamarse San
Petersburgo.
De "albañí" a comerciantes. De lo más bajo de la sociedad de la Ciudad de los Premios.
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