Premio Intermodes.

No sorprende la concesión del premio. Ya van unos cuantos y los que quedan. Es la consecuencia lógica de tanto esfuerzo  volcado en la propaganda y la venta de humo.  Todo un especialista el Ayuntamiento en esa clase de menesteres. Lo de generar oportunidades, actividad económica y el mantenimiento de empresas es otro cantar. De hecho los esfuerzos en esta materia, por increíble que parezca, han ido siempre en la dirección contraria a la vista de sus actuaciones.

Sería deseable exigir un mínimo de rigor a Intermodes  (para bien de su credibilidad) y no dejarse embaucar de esta manera sin constrastar in situ. Salta a la vista que el  conocimiento de la realidad de nuestra querida Boa Vila es nulo y que el fallo del premio se debe a un ejercicio de despachos y de una cuestión de fe. Aunque por otra parte también en Europa abundan las instituciones superfluas dirigidas por burócratas al amparo de los fondos de la UE.  Visto lo visto, esta última opción parece la más factible.

Tercermundista el estado y funcionalidad de las estaciones de autobuses y ferrocarril y sus correspondientes accesos. Nula planificación global, inutilización de infraestructuras fundamentales como  puentes, accesos y avenidas. Dificultad en el acceso de vehículos de emergencia y falta de vías de escape al ir carriles muy estrechos canteados con postes de acero. Notable inseguridad ciudadana en las madrugadas de los días laborables en las zonas céntricas peatonalizadas. Imposibilidad de acceso a determinadas zonas para efectuar compras o portar grandes bultos a establecimientos comerciales con lo que ello socava el comercio local. De chiste  el más que visto plano esquemático  de estimaciones de tiempo en desplazamientos a pie que se puede ver  en cualquier ruta de senderismo o en cualquier GPS.

El propio Concello se ha visto en un aprieto a la hora de justificar  el premio. Tras un batiburrillo de pequeños comunicados y contradicciones ahora el mensaje principal es el “Modelo de Cidade”. Nos suena, ¿verdad? Acabáramos.

Presión insoportable a repartidores y familias vía multa y prohibición. Gente que son ciudadanos (no de la élite política y funcionaria) que necesitan el vehículo para vivir día a día. Gente también minusválida que necesita el vehículo, que parece que en este pueblo el concepto de minusválido es incompatible con su derecho y necesidad de conducir y/o ocupar un vehículo. 

Ciudadano no sólo es el que toma el café en una terraza en horario de trabajo y le molesta un tubo de escape a cincuenta metros o el ruido de un camión. Ciudadano lo es también el currito que se ensucia las manos, que entra y sale de la ciudad, que mantiene con sus impuestos los sueldazos obscenos de los concejales, esos sueldos que años atrás Lores multiplicó en importe y número de beneficiarios  para “dignificar” la política municipal. Lo es también por mucho que algunos lo quieran ocultar bajo tierra para no contemplar tanto trabajo vulgar, mal pagado, sucio e “indigno” en los términos de Lores. Es que no hay nada como ponerse el sueldo a uno mismo y a los amigotes con dinero público.

Es un triste consuelo el pensar que todo este disparate pueda financiarse con fondos ajenos. Triste pero coherente con su modo de ir por la vida. Que produzca el resto, que se ensucien las manos  y doblen la columna,  que nosotros ya nos lo gastaremos en frivolidades para disfrute personal.